El 15 de abril de 1919 nacía en Montevideo Alberto Breccia. Cuando tenía tres años su familia se radicó en Argentina, país en el cual desarrollaría la totalidad de su carrera. En una nota anterior mostramos lo que fue su primer trabajo profesional, la historieta «Ralph Norton», y en esta intentaremos resumir lo que fue la década inicial de su trabajo, los primeros pasos de un largo camino que lo llevarían a consagrarse como una figura de la historieta mundial.
Luego de «Ralph Norton», «Rosengram» y de una fallida adaptación de «Rocambole», Breccia contiúa la historieta «Cruz Diablo» (Historietas, 1940) que había creado Raúl Rosarivo, de quien continuaría también «Fan, el Vengador Alado», más tarde «El Vengador» a secas. Imágenes gentileza de Toni Torres.
Durante toda la primera mitad de los años cuarenta Breccia trabaja intensamente para Lainez realizando numerosas adaptaciones (”La mano que aprieta”, “La hostería solitaria”, “El jorobado Enrique de Lagardere”, entre otras), personajes como “Kid del Rio Grande” y la humorística “Mariquita Terremoto” y las tapas de Tit-Bits. En 1944 se suma al proyecto de la revista Bicho Feo impulsado por Adolfo Mazzone dibujando con el seudónimo Vaghi la historieta “Gentleman Jim”.
Aunque la hizo gratis, la tira protagonizada por el detective «Mu-Fa» (Berretín, 1939) fue el primer trabajo suyo que Breccia vio publicado y el que le abrió las puertas al mundo de la historieta.
Su vinculación laboral con Lainez se quiebra hacia 1945 con la aparición de Patoruzito y un año después de Aventuras. Para la primera hace en 1946 “Jean de la Martinica” y luego toma a su cargo “Vito Nervio”, que había iniciado su compatriota Emilio Cortinas. Para Aventuras hace adaptaciones de películas y novelas tales como “El Delator”, “Dillinger”, “Sin novedad en el frente”, De regreso”, “Historia en dos ciudades” ó “El Jorobado de Notre Dame”, trabajos a los que suma la realización de distintas series en el diario El Mundo.
«Mariquita Terremoto», revista Espinaca, 1941. Casi contemporáneamente Breccia realiza el personaje «Don Urbano» para la revista Páginas de Columba.
A inicios de los años cuarenta Breccia continúa la historieta «El Vengador» que había iniciado Raúl Rosarivo y le agrega un compañero de aventuras: «Gorrión». Aquí un fragmento de una página publicada en El Gorrión en 1948.
En 1944 Breccia participa en la revista Bichofeo que editaba el dibujante Héctor Torino. Utilizando el seudónimo «Ernesto Vaghi» dibuja la serie «Gentleman Jim» en colaboración con su compatriota Emilio Cortinas.
«La hostería solitaria», publicada en la revista Espinaca en 1945.
Revista Historietas, 1947/1948. Muy posiblemente sea una reedición. Llama la atención la variedad de estilos con que dibuja Breccia, pero como el lo reconocía, en Lainez debía dibujar miles de cuadros por mes para ganar una suma de dinero aceptable, y muchas veces copiaba lo que tenía a mano.
Ra-Ta-Plan, 1945. Para nosotros persiste la duda sobre si Humberto Breccia era un seudónimo del artista o un familiar suyo.
Fragmento de una página publicada en 1946 en Tit-Bits, revista de la cual Breccia dibujo las tapas durante varios años.
Historieta publicada en la segunda época de la revista Pucky en 1949. «Puño Blanco» fue también el título de una tira que Breccia dibujó en 1953 para el diario La Razón con guiónes de Issel Ferrazano.
Adaptación publicada en la revista Aventuras en 1947. Con estos trabajos y su colaboración en Patoruzito, Breccia comienza a romper con su dependencia de Editorial Lainez.
Páginas publicadas en Patoruzito en 1947. El ingreso al grupo de colaboradores de la revista creada por Dante Quinterno significó para Breccia un paso muy importante para su carrera, tanto por la popularidad de la publicación como por la mejora económica que ello significaba.
Y para cerrar el repaso a esta década «fundacional» de la carrera de Alberto Breccia, dos páginas del célebre «Vito Nervio» publicadas en Patoruzito en 1949. El personaje había aparecido en 1945 con dibujos de Emilio Cortinas, pero poco después éste volvió al Uruguay y fue Breccia el encargado de continuarlo, tarea que prosiguió por casi una década y media, tiempo a lo largo del cual fue desarrollando su particular estilo.