
Premiani era corto de vista, tal como se aprecia en esta caricatura de su amigo León Poch
La extraordinaria respuesta que tuvo la anterior nota sobre Bruno Premiani nos pone en la obligación de encarar de una vez por todas la serie que hace ya bastante tiempo habíamos prometido sobre su obra. Trataremos de abarcar ahora su labor en los años cuarenta, aunque previamente desarrollaremos algunos temas que quedaron pendientes en el anterior artículo. En esta ocasión volveremos a utilizar como referencia la nota «One Lost Story After Another» escrita por Dylan Williams y Andrea Giberti agregando a partir de ahora datos de la entrevista a Premiani que realizó el coleccionista Esteban Laruccia y que fuera publicada en 1980 en el Nº 3 del fanzine Crash!, material que es citado reiteradamente en el trabajo de Williams y Giberti. Ese artículo de Laruccia -el más completo sobre Premiani que se haya publicado- llegó a nuestras manos procedentes del generoso archivo de Gerarardo Canelo.

La primera de las cinco páginas del artículo en CRASH!
Como hemos dicho, antes de pasar a la actividad de Premiani en los años cuarenta nos gustaría agregar algunos datos más sobre su juventud en Italia y su actuación en Crítica en sus años iniciales en la Argentina. Comencemos diciendo que su nombre completo era Giordano Bruno Premiani, lo que no era casual sino que su padre profesaba ideas afines al anarquismo y de esa manera homenajeaba a Giordano Bruno, un fraile y filósofo italiano quemado en la hoguera en 1600 por sus ideas contra el poder de la Iglesia. En cuanto a sus problemas con el fascismo (ver nota anterior) se habrían originado por algunos dibujos satíricos (1) realizados cuando todavía vivía en Italia.
Con respecto a su etapa inicial en Argentina ya mencionamos que entre sus trabajos para Crítica se contaron las secciones «Visto y Oído» y otra sobre personajes históricos, pero además en esos años treinta Premiani viajó a través de América Latina dibujando y enviando ese material al diario debido a lo cual -según palabras de Giberti- era conocido comos «el poeta del lápiz». Fue en el transcurso de uno de esos viajes que conoció a su futura esposa, Beatriz, una descendiente de húngaros con quien se casa en Río de Janeiro, radicándose luego la pareja en Buenos Aires.
LOS AÑOS 40: BILLIKEN Y LOS “CLASICOS PATORUZITO”
Durante los años 40, ya alejado de Crítica, la labor de Premiani como ilustrador adquiere gran intensidad: realiza trabajos para clientes como la Compañía Italo-Argentina de Electricidad y Ginebra Bols, ilustra novelas famosas para Leoplan, de Editorial Sopena ( trabajos que aparecen firmados como P. Monte) y dibuja láminas educativas que se publicaban a todo color en la doble página central de Billiken con temas tales como «Civilizaciones primitivas de América», «Historia de los medios de comunicación», «Historia del alumbrado» ó «Historia de la bicicleta», todas ellas perfectamente documentadas. En ninguna de las que poseemos aparece su firma, pero el estilo es inconfundible.

Vista parcial de sus láminas en Billiken
La historieta no está ausente en esta etapa de la carrera de Premiani, pudiéndose citar sus trabajos en las revistas El Hogar y Mundo Argentino, para las cuales hace “El mundo perdido” (1947) y “Peter Fox lo sabía” (1948). Pero esa actividad se profundiza cuando Dante Quinterno acepta su propuesta de realizar una serie de adaptaciones de grandes obras literarias, ciclo que con el nombre de “Clásicos Patoruzito” se inició el 13 de noviembre de 1947 en el Nº 110 de la revista homónima con“Coriolano” de William Shakespeare y continuaría luego con obras de Moliere, Víctor Hugo, Jack London, Alejandro Dumas y otros, siendo Leoanardo Wadell el autor de las adaptaciones. El citado trabajo de Laruccia en Crash! incluye un listado de todas las historietas que dibujó Premiani en Patoruzito, número de la revista, fecha de inicio y de conclusión.

«Aventuras en las Islas Salomón», Patoruzito, 1950

Patoruzito, 1958
Señala también Laruccia que -dada su dilatada producción- los “Clásicos Patoruzito” (denominación que posteriormente desaparecería) experimentaron diversos cambios a lo largo de los años, variaciones que se verificaron en diversos aspectos tales como la extensión de las obras, la elección de los temas, la cantidad de páginas publicadas por número, su presentación historietística y la expresión del dibujo. Para ejemplificar lo anterior digamos que desde su inicio y hasta 1951 la serie se publicaba a razón de dos páginas semanales y desde allí hasta 1955 se redujo a una sola página. Otro cambio importante se produjo en 1956 (luego de la única y breve interrupción que tuvo la serie) con la inclusión de los “globos” de diálogo, ya que hasta entonces los textos se ubicaban exclusivamente debajo de los dibujos. En opinión de Laruccia con la finalización de “La vida del Almirante Guillermo Brown” en julio de 1960 concluye luego de casi trece años la serie denominada originalmente “Clásicos Patoruzito” y que totalizó más de sesenta obras, tras lo cual Premiani realizó alrededor de quince historietas completas con temas diversos, la última de las cuales (“Bajo la carpa del circo errante” se publicó en julio de 1962 cuando ya Patoruzito estaba a punto de dejar de ser semanal para tener frecuencia mensual y tamaño más chico. (Carlos R. Martinez).

Patoruzito, 1960
(1) Según Murray Bultinoff, uno de los editores de DC Comics, Premiani dejó Italia cuando Mussolini amenazó ejecutarlo por dibujar cartoons antifascistas. («He fled Italy when Mussolini threatened to execute him for drawing anti-Fascists editorial cartoons»), afirmación que habría que tomar con pinzas.
EN LA PROXIMA NOTA: PREMIANI EN ESTADOS UNIDOS
Espectacular tu trabajo de rescate de los grandes maestros de la historieta y la ilustración. Lo tuyo, Carlos, es un inteligente, esforzado y honesto aporte a los que fueron pioneros de la ilustración gráfica. Gracias por tu esfuerzo. Premiani comenzó a deslumbrarme, hace mucho tiempo, cuando leí AMADIS DE GAULA en un Patoruzito de lujo, impreso en buen papel y mayor tamaño. Debe haber sido un poco antes de 1960, creo recordar que en la tapa había una ilustración de Premiani. Y no sé el porqué me gustó tanto.
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